Jesús es el Hijo de Dios, y es nuestro gran Jefe de sacerdotes, que ha subido al cielo. Por eso debemos seguir confiando en él.
El diablo le puso a Jesús las mismas trampas que nos pone a nosotros para hacernos pecar, sólo que Jesús nunca pecó. Por eso, él puede entender que nos resulta difícil obedecer a Dios. Así que, cuando tengamos alguna necesidad, acerquémonos con confianza al trono de Dios. Él nos ayudará, porque es bueno y nos ama.
Hebrews 4:14–16